martes, 18 de octubre de 2011

Paréntisis de nuestro capítulo dos: para disfrutar...


Ante la historia del asesinato de Garrido y de poder disfrutar del capítulo dos, voy hablar de algo que viví el sábado, realizando un paréntesis.
Para los que no saben yo soy nacida en Lomas de Zamora (lugar ubicado dentro de la provincia de Buenos Aires, más precisamente a la zona sur de la misma) y quería comentar, resaltar, que desde el año pasado se vienen celebrando los 150 años del distrito.
Es por esa causa que se realizó distintos festejo de varías índoles, uno de ellos fue dos conciertos llevados en forma gratuita (ya me dirán, seguro, pagados con tus impuesto) de cantantes Españoles. 
Hace unos meses atrás tuvimos la grata visita de un gran artista como lo es Joaquín Sabina, dos horas donde reflejo sus bellas canciones en la mismísima cancha de Banfield, con una alegría y humildad de pocos cantautores.
Demostrando su entusiasmo tan bien, por la gran respuesta del público el cual cantaba sus melodías.
Ahora, para ser más precisos  el sábado, nos visito otro gran (y es poco nombrarlo así) cantante como lo es Juan Manuel Serrat. Un hombre que logra lo que pocos pueden realizarlo, unir generaciones y que ambas disfruten de la misma.
Ese día se notaban (yo misma lo viví en conjunto con mi hermana y mi madre) gente joven, que descubrió sus canciones con el tiempo y hoy en día las canta felizmente, y gentío mayor. Era hermoso mirar la emoción ante algunos temas de Serrat ( como por ejemplo“Esos locos bajitos” o “De vez en cuando la vida”) de toda la muchedumbre- por cierto mucha- de diversas edades.
Vislumbro esto, por que reconozco que pocos artistas logran este tipo de cosas y los enaltece aún más.
Agradezco a Lomas de poder apreciar de ambos conciertos y de vivir la alegría de escucharlos e incluso de los cantautores presentes, gente que demuestra que por algo perduran en el tiempo.
Les dejo  para que oigan, vean un tema que Serrat realizó el sábado presente y deleitarse del mismo.
La noche amerita ésta música.....

viernes, 14 de octubre de 2011

Capítulo I : El comienzo de los misterios.

Esta sentada en su escritorio de todos los días mirando aquella foto, recordando el momento preciso de cuando fue tomada. Si, aquel invierno Europeo en donde todavía estaban Liliana y Alberto. Esas caras de felicidad duelen aún más en este momento.
La tristeza que atraviesa no la deja escapar y teme que nunca pueda salir de este infierno al que esta sometida. Piensa que no tendrá escapatoria, quién sabe. Solo Dios tiene la respuesta ¿no? Deja de mirar por unos segundos la fotografía. Suena el teléfono.
-Hola-con voz digamos que algo normal- ya se que es una pregunta inútil pero me gustaría saber como estas. Ya no se en que estado estoy, o si, creo que todavía no capte la realidad. Tal vez no la quiera comprender como le dije hoy a Gabriel cuando lo llame. Ando suelta, mirando sin parar la foto de Europa, mamá estaba tan contenta (hace un silencio muy prolongado).
-Todos estábamos contentos.
-Realiza un suspiro que parece eterno, un llanto que quiere asomarse y el teléfono con la voz de su hermana del otro lado.
Lo se, bueno, Emilia me tengo que ir. Hablamos más tarde.
A Emilia a veces le sorprendía la frialdad de Victoria. No lograba casi nunca decodificar sus estados de ánimos y ésta situación había sido uno de ellos.
Desde que Alberto apareció muerto todo era extraño y más en ella. Aunque pensándolo de mejor manera, no a todos nos afecta de la misma forma.
Era un lunes lluvioso. Mañana gris sobre Buenos Aires. Ella recoge sus cosas y va en busca del subte para llegar a la estación Bulnes. Siempre viajaba en su auto o tomaba taxi, pero hoy no sabe por que prefirió el metro. Llega y toca el timbre en el 3ºA como todos los jueves.
-Hola, pasa en un minuto estoy con vos.
-Gracias, te espero.
- Bueno ahora si, contame, aunque ya se por donde viene la cosa. Leí La Nación y lógicamente me entere de todo. 
El ve lo que tal vez muchos no puedan percibir: su dolor en conjunto con la bronca y el desamparo por estar otra vez sola como fue cuando apenas tenía nueve años y su madre se había marchado.
-Si, diario de mierda; se creen que la muerte es como dar una noticia del tiempo. Igual era de esperar, nunca trataron de buena manera a mi papá.
El intuye que al no tener a nadie todavía para odiar precisamente, larga sus críticas al periódico. Aunque también sabía que era certero lo que decía. 
-Lo se Emilia, suelen decir barbaridades, pero, para mejor tuyo, debes no leerlas.
-¿Y como hago? (con tono de fastidio) En todas partes esta “el atroz asesinato del hombre más prestigioso del campo”, y para mejor tengo un hombre sentado en un noticiero, que seguramente ni es abogada sino una simple periodista, analizando como fue la muerte de Garrido. No puedo estar aislada del mundo y más sabiendo que salgo de casa y hay gente también esperándome, que quieren tener la exclusiva con la hija del señor Alberto. ¿Podes creer que igual me llamaron del abominable diario?
-¿Y que les contestaste?
-¿Antes de insultarlos o después?
-Conocía esas reacciones Emilia siempre fue así de impulsiva y eso le gustaba. Ella no era una paciente más. Era LA paciente, y nunca supo definir bien el por que.
-No te preocupes no fue muy larga la conversación, les hable en malos términos, les dije que no me molestaran más y corte.
-Bien a tu manera….
- Me conoces Gabriel no vengo hace un mes acá…..
Suena el teléfono y debe atenderlo. Se fija quién es y su cara se desfigura por completo. Le pide permiso para interrumpir algunos minutos de la sesión. El acepta.
-Podes salir de aquí si es una charla privada.
-Esta bien,gracias. Puedo hablar en este sitió no hay nada privado en esto. El llamado es atendido por Emilia.
-Hola ¿alguna novedad? No me llames para tonterías que estoy bastante ocupada en este momento.
-Todavía no, necesito algunos papeles de tu papá que no tengo. ¿Puedo pasar por tu casa hoy a la noche?
-Si, a eso de las ocho.
Gabriel percibe que el llamado la inquietaba aunque suponía quién era o estaba casi seguro. La conversación con quién estaba del otro lado del otro lado había terminado.
-¿En que estábamos? Ah, era Felipe. Me esta ayudando con el tema de la muerte de papá. No digas nada de lo que pienses. Ya se que no es conveniente que mi ex este metido en este asunto. Pero bueno era el abogado de la familia , y conoce muchas cosas de mi progenitor.
-No pensaba decir nada tu cara lo dice todo.
-¿Qué dice?
- Que no confías en él como abogado, que lo tomaste para que te cuente los negocios que tenía tu papa que nunca vos supiste en forma clara y, por que sabes, que Felipe también estaba o esta metido en algo raro . ¿Me lo vas a negar?
- Odio cuando me decís la verdad. Es así, como abogado me pareció siempre un pánfilo. Todavía no entiendo como estaba trabajando con para mi padre o con nosotras en el estudio. Pero bueno, me conviene para este momento.
- Lo estas usando digamos….
-Suena fea esa palabra. Su ceño en la frente marca su enojo.
-Bueno, pongamos otra palabra. Aunque no se me ocurre en este preciso momento ninguna.
Gabriel capta el caparazón que Emilia intento armarse: hacerse la fuerte tratando de llevar adelante un caso que no era uno más, sino nada más y nada menos que la muerte de Garrido. Aquel mismo que estuvo con ella cuando su madre falleció o que la llevaba al campo y la dejaba andar en su caballo preferido. El mismo que se reía junto a ella. Alberto era todo para Emilia cuando Liliana partió. Lo que no sabía Gabriel era cuanto duraría en este caparazón.
Denota que aunque sea pronto debe terminar la sesión. Le propone que vuelva el jueves próximo.
-Bueno terminamos por hoy. ¿Podes venir el jueves a las siete?
-Me parece bien, vuelvo. Te pago la sesión...
-Después vemos eso, no es momento de hablar ahora del tema dinero. No me interesa.
Nunca supo por que con ella tenía ese trato. Tal vez los años de conocerla. Quién sabe….
Emilia sale del consultorio un poco más relajada. Siente que se descargo allí con cosas que no puede decir delante de su hermana o de nadie, aunque la sesión esta vez duro poco y Gabriel no aporto demasiado, lo que dijo para ella era satisfactorio y mucho. Se quedo pensando en la palabra usar mientras tomaba el taxi para ir al estudio.
Cuando llegaba la esperaba la insípida de Amanda. Detesta a la empleada que ella misma contrato. Bueno, ella no, más bien su hermana.
-Buenos días, le llego correspondencia para usted.
- A ver… si, tonterías como siempre, seguro. Para ¿y este sobre marrón sin remitente quién lo mando?
-No se. Estaba aquí cuando llegue, tirado en la puerta del estudio.
Ella lo abre con desesperación. Intuía que allí no había cosas buenas para leer.
Y así era. Tenía unas pequeñas palabras escritas por no se quién a través de Word:
“quedate quieta donde estás sino la próxima te toca a vos "
Continuará....