Y así pasaba el tiempo Miguel como dice aquel fragmento de Jorge
Luis. A veces era Tzinacán, mago de la pirámides de Qaholom. Otras más era un
simple muchacho esperando algo que no llegaba. Como el cumpliendo una condena
de la cual nunca tuvo nada que ver.
El no eligió quitarse el amor por
Carla.
El amor, a veces, es como una condena en la que uno se encuentra
atrapado sin poder salir o más lo deja irse y no le permite el retorno.
Pasaron dos meses de la fecha del
casamiento y todo sigue igual de insípido que al principio.
¿Cuánto se puede estar con una
persona sin amarla? La mayoría de las veces, toda la vida por no tener el
coraje de enfrentar la realidad.
Miguel sigue acá desayunando la
tostada de pan francés con mermelada de frambuesa. Ella está allá, en el lugar
de siempre, esperando filmar a la escena que le toca.
Dos mundos distintos, similares a
la vez.
Nadie se anima a nada. “Los amores cobardes no llegan a amores, ni a historias, se quedan allí. Ni el recuerdo los puede
salvar, ni el mejor orador
conjugar”.
Silvio lo dice tan
claro… A veces Miguel piensa en hablar, desparramar sus ideas sin importarle
las consecuencias, animarse a tomarse un avión y decirle todo lo que le pasa a
ella. Pero todo se esfuma por su fuerte, aburrida cobardía. Y la cabeza que no
deja de pensar todo el tiempo que allá nadie lo espera.
Mientras tanto sigue
tomando su café y canta “Oleo de una mujer con sombrero”.
-¿Qué estas cantando a
esta hora de la mañana? ¿Silvio?
-Sí, “El Necio”.
-Ah, pensaba que era
otro tema.
Y como verán todo
sigue absolutamente igual, el termino de desayunar y se va a trabajar, ella ya
está filmando la escena.
PD: Texto de Borges Jorge Luis: "La escritura del Dios"(Forma parte de los cuentos dentro del Aleph). Los comentarios a los escritos no aburren.
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