jueves, 7 de marzo de 2013

El fin de los tiempos (Todo arranco con Borges, capítulo II)

….Por eso dejo que me olviden los días, acostado en la oscuridad.
Y así pasaba el tiempo  Miguel como dice aquel fragmento de Jorge Luis. A veces era Tzinacán, mago de la pirámides de Qaholom. Otras más era un simple muchacho esperando algo que no llegaba. Como el cumpliendo una condena de la cual nunca tuvo nada que ver.
El no eligió quitarse el amor por Carla. 
El amor, a veces, es como una condena en la que uno se encuentra atrapado sin poder salir o más lo deja irse y no le permite el retorno.
Pasaron dos meses de la fecha del casamiento y todo sigue igual de insípido que al principio.
¿Cuánto se puede estar con una persona sin amarla? La mayoría de las veces, toda la vida por no tener el coraje de enfrentar la realidad.
Miguel sigue acá desayunando la tostada de pan francés con mermelada de frambuesa. Ella está allá, en el lugar de siempre, esperando filmar a la escena que le toca.
Dos mundos distintos, similares a la vez.
Nadie se anima  a nada. “Los amores cobardes no llegan a amores, ni a historias, se quedan allí. Ni el recuerdo los puede salvar, ni el mejor orador conjugar”.
Silvio lo dice tan claro… A veces Miguel piensa en hablar, desparramar sus ideas sin importarle las consecuencias, animarse a tomarse un avión y decirle todo lo que le pasa a ella. Pero todo se esfuma por su fuerte, aburrida cobardía. Y la cabeza que no deja de pensar todo el tiempo que allá nadie lo espera.
Mientras tanto sigue tomando su café y canta “Oleo de una mujer con sombrero”.
-¿Qué estas cantando a esta hora de la mañana? ¿Silvio?
-Sí, “El Necio”.
-Ah, pensaba que era otro tema.
Y como verán todo sigue absolutamente igual, el termino de desayunar y se va a trabajar, ella ya está filmando la escena.

PD: Texto de Borges Jorge Luis: "La escritura del Dios"(Forma parte de los cuentos dentro del Aleph). Los comentarios a los escritos no aburren.

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