viernes, 27 de junio de 2014

El protagonista

Salí de casa sin rumbo seguro. No sabía si ayudaría a Clementina ¿Por amor se puede llegar hasta convertirse en el ser más cruel que puede existir?
Pensaba en la palabra "cómplice" una simple palabra, que no sé si es tan fácil como se nombra. Uno puede ser cómplice de cosas pequeñas como cuando éramos niños y cubríamos a nuestros hermanos delante de alguna macana, digamos. Yo siempre lo solía realizar cuando Batute (Bautista) se mandaba algo a escondidas de nuestros viejos.
Bueno, pero eso no importa, ahora hablamos de otra cosa: de ser cómplices de nada más y nada menos que un asesinato.
Estaba a pocas cuadras de la casa de Clementinas(a diez para ser exactos) las mismas en paralela de la comisaria.
Me detuve por un rato y pensé muchísimo. Recordé la primera vez que la vi, que registre su mirada con esos ojos tan luminosos. Tal vez, meditando esto solo se me ocurriría: como no la voy a ayudar, aunque de inmediato se me vino a la mente el día en que ella me contó que se había enamorado del jefe, que salía ya hacía un tiempo con él y así ante este recuerdo me generaba que solo quisiese ir a la policía y denunciarla.
Quizás yo no estaba enamorado como suponía o para explicarlo mejor solo me gustaba porque sabía que sería imposible de conseguir. Se trata como si fuese esa pieza de arte u objeto que no se suele encontrar por ninguna parte y ante esa búsqueda generamos una ilusión insospechable que se derrumba cuando ya tenemos ese bien tan apreciado y todo se vuelve chato, liviano, sin motor para seguir. Lo que antes era hermoso ya no lo es. Lo lindo ocurre mientras no lo tenemos. Nos enamoramos de las ilusiones.
Seguramente y paralelamente a lo planteado recién eso sería exactamente lo que me sucedía con Clementina, me gustaba porque sabía que era difícil de tenerla  ¿Quién me garantizaba que luego de que yo la ayude a enterrar el cuerpo ella vendría conmigo? Seguramente eso no ocurriría y no estaba para ser el personaje secundario, otra vez, de la historia. Aquel que esta cuando el protagonista lo necesita y nada más. Hay un momento donde el amor se confunde con obsesión. Una delgada línea entre dos palabras al punto de transformarlas en sinónimos.
El teléfono volvió a sonar, atendí sabiendo que era ella pidiéndome que llegue lo más rápido posible y así fue. Por eso, puse el auto en marcha y partí rumbo a su casa.
Aparecí y la encontré tumbada en un llanto profundo con manos ensangrentadas, trate de abrazarla pero no pude. Solo pregunte que la llevo a realizar semejante acto y ella solo me respondió que estaba cansada de ser la segunda.
Si lo comparaba con mis pensamientos en el coche su reacción era la misma que la mía “estar cansados de ser los segundos”.
Aunque nuestras historias eran distintas, demasiado.
Me pregunto si la ayudaría y que era lo que debíamos hacer. Sugirió enterrar su cuerpo y pensar que nada había sucedido. Me llamo la atención con la frivolidad que trataba el tema por momentos.
Bueno, esa frivolidad me llevo a que yo también me comporte de la misma manera.
Fui a la habitación y vi el cuerpo muerto del jefe en la cama con su bala justo en el pecho. Volví a pensar en que debía hacer, que era lo mejor. La policía estaba ya casi descartada, si la llamaba tal vez pensaban que yo también tenía algo que ver. Aunque, cuando te enteras y no decís de inmediato ya sos cómplice y volvía esa palabra otra vez.
Solo atine a preguntarle a Clementina si tenía guantes en el baño a lo que ella respondió que sí.
-¿Para que los querés?
- Para trasladar el cuerpo. No tenemos que dejar ningún rastro, aunque en el arma están los tuyos, hay que enterrarlos a ambos.
Me sorprendí de mi mismo en como tocaba el tema. Me sentía por momentos, digamos, pleno. Estaba viviendo mi historia.
Entre al baño, me mire al espejo y me dije para mi mismo: “Rolo es el momento de hacerlo ahora”
Al rato salí y me dirigí a Clementina. La mire ya sin el amor de siempre hasta quizás con odio.
La vi y le dije “no te pido perdón”. Ella se asombro de mi cara, creo que se asusto.
¿Rolo que vas a realizar? Me dijo. A lo que yo solo conteste: lo que debí hacer hace mucho tiempo.
Así que agarre el arma y se la puse en su mano, la direccione hacía su cien y realice dos disparos.
Su cuerpo quedo tumbado previo a algunos gritos.
Ya no era su cómplice ni el segundo, más bien, era el protagonista.
Me levante, volví a ponerme el sobretodo y salí a la calle desolada. Seguí con los guantes hasta que entre al auto. Maneje hacia casa sin parar. Cuando arribe queme los guantes y me acosté.
A la mañana siguiente sonó el teléfono, atendí y era el loco de Mariano diciéndome
-Hola Rolo ¿Te enteraste? Yo fingí no saber absolutamente nada.
- No ¿Qué paso?
- Parece que Clementina mató al jefe y después se suicido.
- ¿Es verdad lo que me decís? No te la puedo creer. Bueno, esos eran amantes. Quizás se cansaron de estar juntos. Vos viste como es el amor que te puede llevar hasta la locura sin pensarlo. Pobre a los dos. No me caían tan mal.
FIN
PD: En este mal escrito por mí se le deben algunos créditos a una gran persona llamada Andrea.




    



  

No hay comentarios:

Publicar un comentario