Salí de casa sin rumbo seguro. No sabía si ayudaría a Clementina ¿Por
amor se puede llegar hasta convertirse en el ser más cruel que puede existir?
Pensaba en la palabra "cómplice" una simple palabra, que no sé
si es tan fácil como se nombra. Uno puede ser cómplice de cosas pequeñas como
cuando éramos niños y cubríamos a nuestros hermanos delante de alguna macana,
digamos. Yo siempre lo solía realizar cuando Batute (Bautista) se mandaba algo
a escondidas de nuestros viejos.
Bueno, pero eso no importa, ahora hablamos de otra cosa: de ser
cómplices de nada más y nada menos que un asesinato.
Estaba a pocas cuadras de la casa de Clementinas(a diez para ser
exactos) las mismas en paralela de la comisaria.
Me detuve por un rato y pensé muchísimo. Recordé la primera vez que la
vi, que registre su mirada con esos ojos tan luminosos. Tal vez, meditando esto
solo se me ocurriría: como no la voy a ayudar, aunque de inmediato se me vino a
la mente el día en que ella me contó que se había enamorado del jefe, que salía
ya hacía un tiempo con él y así ante este recuerdo me generaba que solo
quisiese ir a la policía y denunciarla.
Quizás yo no estaba enamorado como suponía o para explicarlo mejor solo
me gustaba porque sabía que sería imposible de conseguir. Se trata como si
fuese esa pieza de arte u objeto que no se suele encontrar por ninguna parte y
ante esa búsqueda generamos una ilusión insospechable que se derrumba cuando ya
tenemos ese bien tan apreciado y todo se vuelve chato, liviano, sin motor para
seguir. Lo que antes era hermoso ya no lo es. Lo lindo ocurre mientras no lo
tenemos. Nos enamoramos de las ilusiones.
Seguramente y paralelamente a lo planteado recién eso sería exactamente
lo que me sucedía con Clementina, me gustaba porque sabía que era difícil de tenerla ¿Quién
me garantizaba que luego de que yo la ayude a enterrar el cuerpo ella vendría
conmigo? Seguramente eso no ocurriría y no estaba para ser el personaje
secundario, otra vez, de la historia. Aquel que esta cuando el protagonista lo
necesita y nada más. Hay un momento donde el amor se confunde con obsesión. Una
delgada línea entre dos palabras al punto de transformarlas en sinónimos.
El teléfono volvió a sonar, atendí sabiendo que era ella pidiéndome que
llegue lo más rápido posible y así fue. Por eso, puse el auto en marcha y partí
rumbo a su casa.
Aparecí y la encontré tumbada en un llanto profundo con manos
ensangrentadas, trate de abrazarla pero no pude. Solo pregunte que la llevo a
realizar semejante acto y ella solo me respondió que estaba cansada de ser la
segunda.
Si lo comparaba con mis pensamientos en el coche su reacción era la
misma que la mía “estar cansados de ser los segundos”.
Aunque nuestras historias eran distintas, demasiado.
Me pregunto si la ayudaría y que era lo que debíamos hacer. Sugirió enterrar
su cuerpo y pensar que nada había sucedido. Me llamo la atención con la
frivolidad que trataba el tema por momentos.
Bueno, esa frivolidad me llevo a que yo también me comporte de la misma
manera.
Fui a la habitación y vi el cuerpo muerto del jefe en la cama con su
bala justo en el pecho. Volví a pensar en que debía hacer, que era lo mejor. La
policía estaba ya casi descartada, si la llamaba tal vez pensaban que yo
también tenía algo que ver. Aunque, cuando te enteras y no decís de inmediato
ya sos cómplice y volvía esa palabra otra vez.
Solo atine a preguntarle a Clementina si tenía guantes en el baño a lo
que ella respondió que sí.
-¿Para que los querés?
- Para trasladar el cuerpo. No tenemos que dejar ningún rastro, aunque
en el arma están los tuyos, hay que enterrarlos a ambos.
Me sorprendí de mi mismo en como tocaba el tema. Me sentía por momentos,
digamos, pleno. Estaba viviendo mi historia.
Entre al baño, me mire al espejo y me dije para mi mismo: “Rolo es el
momento de hacerlo ahora”
Al rato salí y me dirigí a Clementina. La mire ya sin el amor de siempre
hasta quizás con odio.
La vi y le dije “no te pido perdón”. Ella se asombro de mi cara, creo que se asusto.
¿Rolo que vas a realizar? Me dijo. A lo que yo solo conteste: lo que
debí hacer hace mucho tiempo.
Así que agarre el arma y se la puse en su mano, la direccione hacía su
cien y realice dos disparos.
Su cuerpo quedo tumbado previo a algunos gritos.
Ya no era su cómplice ni el segundo, más bien, era el protagonista.
Me levante, volví a ponerme el sobretodo y salí a la calle desolada. Seguí
con los guantes hasta que entre al auto. Maneje hacia casa sin parar. Cuando arribe
queme los guantes y me acosté.
A la mañana siguiente sonó el teléfono, atendí y era el loco de Mariano
diciéndome
-Hola Rolo ¿Te enteraste? Yo fingí no saber absolutamente nada.
- No ¿Qué paso?
- Parece que Clementina mató al jefe y después se suicido.
- ¿Es verdad lo que me decís? No te la puedo creer. Bueno, esos eran
amantes. Quizás se cansaron de estar juntos. Vos viste como es el amor que te
puede llevar hasta la locura sin pensarlo. Pobre a los dos. No me caían tan mal.
FIN
PD: En este mal escrito por mí se le deben algunos créditos a una gran persona llamada Andrea.